Siempre te colaste a través del tiempo,
a través de la brisa,
te colabas, incluso, a través de los suspiros.
Como aquella tarde ¿la recuerdas?
Estaba sola en mi habitación,
tumbada en la cama sin pensar en nada.
Mi mente ausente, mi cuerpo presente,
mi alma inquieta buscando salidas
¿Cuándo dejaste de colarte por la mirilla?
Hoy sé lo que antes no sabía.
Me regalaste aquel llavero,
la luna colgando de un precipicio,
entonces comprendí que si la luna
caía, yo iría tras ella.
Pero no, tú caíste primero,
siempre compitiendo conmigo.
Caíste y rompiste el hechizo.
Ahora no hay puertas, ni obstáculos,
ni suspiros que frenen tus anhelos,
mi habitación vacía y la cama deshecha,
en el suelo el llavero sin llaves, ni lunas,
sin cuentos que contar,
ni magia que nos reúna.
Una puerta invisible impide el reflejo,
detrás mi cuerpo, mi miedo,
mis deseos sin futuro,
el juego sin retorno
de ese momento que pasó, que nunca llegó,
que tras la puerta del tiempo
quedó atrapado como aquella tarde,
cuando entraste sin llamar,
sin permiso, sin respeto.
Cuando no te hizo falta espacio
y jugando al ratón y al gato,
sin darnos cuenta, se rompieron
los arrebatos, las ganas y tantos encantos.
© Yashira 2018
Cuando se rompen los cristales...
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Gracias por pasar y comentar Rafael, cuando se rompe, sea lo que sea, es difícil recomponerlo.
EliminarUn abrazo.
Superbe poème tout en retenue et émotion...
ResponderEliminarGracias manouche. Besos.
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