Me pierdo,
en este camino tenebroso
me estoy perdiendo,
he hablado,
contado,
pedido ayuda,
hasta rogado,
pero haga lo que haga
vuelvo al mismo lugar.
¿Cómo explicar al mundo
que me es difícil hasta respirar?
¿Cómo hacerles entender
que las fuerzas no dan para más?
Mi universo interior se está desmoronando,
no encuentro mi camino,
paro, miro, me descalzo
para que sean las piedras del sendero
quienes guíen mis pasos,
pero el miedo
calza mis pies,
el miedo calla mi voz,
el miedo arrebata toda posibilidad
de dar con la solución.
No quiero darme por vencida,
no quiero aceptar que estoy perdida,
quiero pelear,
hay momentos de rabia, de fuerza,
momentos de tomar carrerilla y lanzarme,
lanzarme a la deriva.
Vuelvo a ser aquella niña,
aquella, que durante la noche
lloraba desconsolada
pidiendo unos brazos que la abrazaran,
mi niña no los encontró
y yo ya soy mayor,
mayor en años, en vida, en angustia,
mayor para saber que no hay brazos
lo suficientemente grandes ni fuertes
para arropar tanta desilusión, tanta resignación.
Resignación, esa es la palabra,
me resisto a la resignación.
El entorno ciego y sordo,
yo, muda y apagada,
invisible la desesperanza que me embarga.
© Yashira 2019